La publicidad nos influye en todos los aspectos de nuestra vida, y por supuesto a la hora de alimentarnos. Una publicidad además sin ningún tipo de control ya que todo el mundo puede hacerla a través de las redes sociales, hoy cualquier persona sin ningún tipo de base científica te cuenta a través de las redes sociales los beneficios o perjuicios de este o este otro alimento, y nos lo creemos. Una publicidad que continuamente se contradice y que provoca en nosotros una verdadera disonancia cognitiva. Por un lado nos encontramos publicidad de comida de todo tipo, ultraprocesados, pasteles deliciosos, recetas increíbles que nos llaman a comer, a saborear, a disfrutar, al placer, al descanso después de una dura jornada de trabajo, y por otro nos bombardean con publicidad sobre dietas, ayunos, comida saludable, bebidas energéticas, ¡menudo cacao!
¿Entonces qué hacemos? ¿Qué comemos? ¿Cuánto? ¿De qué manera? Nos es complicado saber qué hacer, así que nos tenemos que dejar llevar por lo que yo llamo “el autoamor”, el autoamor consiste en eso mismo, en quererse, en cuidarse, en darnos lo que necesitamos sin renunciar al placer que nos produce comer. Y se puede hacer. ¿Cómo? Cambiando nuestros pensamientos. En mi último libro “La Alimentación Emocional. Pierde peso definitivamente cambiando tus pensamientos” te cuento cómo hacerlo. Cambiando nuestros pensamientos podemos hacer que nos apetezca lo que nos conviene comer. ¡Es maravilloso!
Si a todos nos influye la publicidad a la hora de alimentarnos, hay grupos de edades que son especialmente vulnerables, los niños por supuesto, son unos grandes consumidores y la publicidad lo sabe muy bien, todos los productos dirigidos a ellos van cargados de todo tipo de mensajes atrayentes para su edad, estos productos por lo general están cargados de ingredientes que tendrían que estar bien alejados de ellos.
Siempre he pensado lo deliciosa que puede ser una mandarina para un niño, solo hay que dársela, les suelen encantar, si quieres que esto sea así, hazles tú la publicidad sobre los alimentos que quieres que coman, y aunque es muy difícil sacarles por completo del mundo publicitario de los alimentos infantiles ultraprocesados, y al final hay que hacer un pulso con ellos, te aseguro que el esfuerzo merece la pena, esta es una edad donde los niños son muy moldeables, nosotros somos responsables de lo que comen hoy y de lo que van a comer en el futuro. Más complicado lo tenemos con los adolescentes, a estas edades la influencia de la publicidad alcanza sus máximos, y sobre todo la de la que puedan hacer otros jóvenes e influencer a través de las redes sociales, tenemos aquí los padres que estar muy atentos, sin que lo parezca, ya sabéis, porque nos podemos encontrar desde que se estén creando verdaderos adictos a la comida basura hasta los jóvenes que en plena edad de desarrollo y crecimiento deciden que se convierten en crudiveganos, luchar contra estas decisiones a estas edades requiere de mucha fortaleza y paciencia.
Es imposible que no nos influya la publicidad a la hora de alimentarnos, por ello es muy importante tener una buena información para que sepamos diferenciar lo que nos conviene y lo que no, y saber elegir lo mejor para nosotros, el poder de elegir siempre lo tenemos. Al final quien decide comerse ese paquete de galletas de chocolate eres tú. ¿Lo tienes claro?
He escrito cuatro libros “La Medicina Emocional. Como mejorar tu salud cuidando de tus emociones”, “El Efecto Tarta. Práctica el egoísmo positivo para ser más feliz”, “Las Ruedas Dentadas. Pequeños cambios para grandes cambios” y “La Alimentación Emocional. Pierde peso definitivamente cambiando tus pensamientos”, en todos ellos vas a encontrar técnicas prácticas y sencillas para que te encuentres mejor en todos los sentidos de tu vida, y de esta forma que tengas un buen criterio a la hora de cuidarte también con la alimentación.
Dra. Marisa Navarro.