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La pregorexia es un trastorno alimentario que sufren las mujeres embarazadas ante el miedo de engordar y perder su figura. A partir de estas premisas se puede dar todo tipo de síntomas acompañantes de los trastornos alimentarios. Reducción de la ingesta de calorías y nutrientes, restricción o eliminación de algún tipo de alimentos, por lo general los hidratos de carbono, atracones, vomito, purgas de cualquier tipo, un exceso de deporte, etc.
La palabra pregorexia viene de unir en inglés dos palabras, “pregnancy y anorexia”, aunque puede tener síntomas de cualquier tipo de trastorno alimentario.
En muchas ocasiones se presenta en mujeres con antecedentes de trastornos alimentarios, o aquellas que aunque no los hubieran desarrollado antes, se encontraban en el filo de hacerlo, pero también se presenta en mujeres que hasta ese momento no habían tenido ningún tipo de trastorno alimentario.
Estos trastornos siempre se producen en mujeres que no aceptan su cuerpo o los posibles cambios que se puedan producir en él, y el embarazo es un tiempo de muchos cambios.
También puede ocurrir que mujeres con trastornos de la alimentación previos a quedarse embarazada los superen durante este periodo, por la importancia y responsabilidad que adquiere en su vida el ser futuras madres.
En cualquier caso el sufrir desórdenes alimentarios durante el embarazo puede afectar tanto a la madre como al bebé.
Los síntomas más frecuentes que podemos encontrar son una falta de nutrientes necesarios en ese momento para una buena salud de la madre, pudiendo llegar a producirse desnutrición o carencias alimentarias de diferentes tipos, hipertensión arterial con toda la sintomatología que la acompaña, pérdida de pelo, descalcificación de huesos, piel deshidratada y frágil, enlentecimiento del ritmo cardiaco y arritmias, se puede reducir la cantidad de líquido amniótico e incluso se puede provocar un desprendido de la placenta, y por supuesto puede no producirse una suficiente subida de la leche.
Pero además si tenemos en cuenta que estamos “haciendo un bebé”, indudablemente que este puede verse afectado de muchas maneras, algunas muy peligrosas, poniendo incluso en riesgo su vida.
Se da con mayor frecuencia el que se produzcan partos prematuros y complicaciones en el parto, los niños suelen nacer con muy poco peso, con insuficiencias respiratorias y parece ser que hay mayor posibilidad de muerte durante el primer mes de vida, dándose mayor número de alteraciones cardiacas y neurológicas, así como hiperactividad. Por no seguir poniendo otras posibles complicaciones, porque debido a esa desnutrición y falta de nutrientes pueden darse de muchos tipos tanto físicas como psicológicas y emocionales, siempre muy negativas para el niño, con una posible menor capacidad intelectual.
La presión que actualmente existe por los medios de comunicación y redes sociales sobre la necesidad de tener un cuerpo perfecto también alcanza a las embarazadas, que ven como las famosas y actualmente las influencers se quedan embarazadas, están maravillosas durante todo su embarazo, tienen a sus bebés y a los dos días están de nuevo con su cuerpo perfecto otra vez. Y claro nos comparamos, y siempre en negativo por supuesto, llegando a perder nuestra autoestima y desarrollando estos problemas de alimentación en un momento tan delicado para nosotras como es un embarazo, poniendo en peligro nuestra vida y la de nuestros hijos.
En muchos casos se necesita ayuda psicológica e incluso psiquiátrica. La alimentación de una mujer durante el embarazo es importantísima y tiene que ser supervisada. Si la familia observa comportamientos extraños en la alimentación y desarrollo exagerado de ejercicio físico en una mujer embarazada, debe enseguida dar la voz de alarma, ya que está en juego la salud de la madre y el niño y en algunos casos incluso la vida.
En mi último libro “La Alimentación Emocional“ te enseño a tener una buena relación con la comida, estés o no embarazada te puede ser muy útil. No es un libro de nutrición, no es un libro de dietas, es una nueva forma de comer, desde la consciencia y la aceptación, desde el cambio de pensamiento y sentimientos y así un cambio de acciones y actitud, que mantenidas en el tiempo crearán nuevos hábitos y costumbres y así nuevos circuitos neuronales que informen a nuestro centro regulador del peso que se encuentra en el hipotálamo, en nuestro cerebro, que esa nueva forma de comer es la mejor y más saludable y algo muy importante es que entienda que nunca nada le va a faltar.
Dra. Marisa Navarro.