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La Depresión afecta a los jóvenes en un porcentaje mucho mayor de lo que imaginamos. Y según muchos estudios parece ser que sólo dos de cada diez adolescentes con depresión son tratados correctamente. Esto nos tiene que producir mucha preocupación.
¿Por qué ocurre esto? Los adolescentes en muchas ocasiones no saben identificar lo que les ocurre y a las personas que los rodean también les cuesta mucho identificar lo que les ocurre, pues muchos de los comportamientos que los jóvenes tienen en un trastorno depresivo se diferencian poco de los comportamientos a los que los adolescentes nos tienen acostumbrados: cambios de humor, irritabilidad, comportamientos violentos y agresivos, aislamiento, rabia, melancolía, llanto.
Si bien la adolescencia es una etapa en la que la persona se enfrenta a grandes retos, en este paso de dejar de ser niño a convertirse en adulto. Lo cierto es que la mayoría de los jóvenes la superan y salen de ella reforzados e independientes. Pero no todos los jóvenes la superan con éxito, encontrándonos porcentajes de depresión que rozan el 3 % de la población en jóvenes entre 15 y 19 años.
Los signos y síntomas que nos deben alarmar a los padres y educadores serían los siguientes:
Todos estos síntomas nos deben poner en alerta, en muchos casos se solucionan y forman parte del periodo normal de la adolescencia, pero si se intensifican o duran demasiado, tendremos que actuar. El adolescente puede tener una depresión y necesitar ayuda.
En muchas ocasiones el adolescente que no identifica sus síntomas como los de una depresión, intenta hacerle frente con comportamientos que agravan el cuadro, como absentismo de la escuela, estar siempre fuera de casa como una forma de huida, sin saber por dónde anda ni qué esta haciendo, problemas de alcohol y drogas, adicciones de todo tipo, a los juegos de ordenador, a internet en general, lo cual hace que se aíslen mucho más y que nos pueda pasar desapercibida la situación en la que se encuentran, potenciándose el cuadro.
En algunos casos, los adolescentes con depresión buscan participar en actividades de riesgo, como conducir temerariamente, abuso de sustancias adictivas y relaciones sexuales sin ninguna protección.
Uno de los pasos más importantes cuando nos enfrentamos a una situación así o sospechemos que pueda estar ocurriendo, es mantener comunicación con el adolescente, esto a veces resulta muy difícil, ya que se aíslan y se encierran en sí mismos y en sus grupos y hacen todo lo posible por mantener a los padres y educadores al margen de lo que les está pasando.
Muchas veces solo podemos hacerles saber que cuentan con nuestro apoyo y que estamos a su disposición para cualquier cosa que puedan necesitar. Sin presionar, pero estando presentes y atentos. Si quiere hablar se le escucha, si no quiere hablar se le respeta, nada de criticas, ni de “tu lo que tienes que hacer es…”, solo conseguirás que se cierre en banda. No lo juzgues ni lo riñas, no le des ultimátums. Hazle saber que estás preocupado, no enfadado, que entiendes y comprendes lo que le está pasando y que estás ahí para ayudarle cuando él quiera.
Por supuesto que hay ocasiones en que no podemos esperar y no nos queda otra que actuar. Aquellas en las que podemos intuir que existe peligro de autolesiones o conductas temerarias. En muchos casos se necesita tratamiento farmacológico además de psicológico.
Últimamente ha aumentado la ansiedad y depresión en adolescentes por Covid y los cambios que esta situación ha supuesto en sus vidas.
En todos mis libros, “La Medicina Emocional” , “El Efecto Tarta” y “Las Ruedas Dentadas”, son libros escritos de una manera muy sencilla y práctica. Los adolescentes pueden leerlos y encontrar en ellos muchas herramientas para encontrarse mejor y salir de estas situaciones. Al igual que los padres y educadores pueden encontrar en ellos mucha inspiración para poder ayudar a los adolescentes que puedan padecer un trastorno depresivo. Siempre buscar ayuda externa si es necesario.
Dra. Marisa Navarro.