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Cuando en una familia llega la noticia de un diagnóstico de autismo, todo se mueve. No cambia ese hijo o hija —él sigue siendo exactamente la misma maravilla que era un minuto antes—, lo que cambia es la mirada. Cambia la forma en la que los padres, los hermanos, los abuelos, los profesores… empiezan a observar el mundo. Y de pronto, toca aprender a mirar de una manera diferente.
Afrontar el autismo no significa asumir límites, sino abrir la puerta a otra forma de entender, amar y acompañar. Significa atreverte a entrar en un territorio nuevo, desconocido, que a veces asusta, pero que también puede convertirse en un lugar de descubrimiento y ternura inmensa.
Este texto está escrito para ti: para esa madre, ese padre, ese hermano, ese educador que acaba de recibir un diagnóstico, o que lleva ya tiempo recorriendo este camino. Para ti, que necesitas palabras que te abracen, que te sostengan, que te recuerden que no estás solo.
No es una meta, es un proceso. Afrontar el autismo no se logra en un día, ni con una receta exacta. Es un viaje que empieza con un primer paso: aceptar. Y continúa con paciencia, adaptación, amor incondicional y educación emocional.
Es aprender a dejar de pelear con lo que es, y empezar a construir desde ahí. Es mirar a los ojos de ese niño y comprender que aunque su manera de sentir, comunicar o interpretar sea diferente, su necesidad de amor y de respeto es idéntica a la de cualquier otro ser humano.
Nadie está preparado para escuchar un diagnóstico así. Y lo que viene al principio es un terremoto emocional.
He visto en consulta a muchos padres llorar con miedo, con rabia, con dudas, con culpa. Y está bien. Es humano.
Algunas emociones que suelen aparecer:
Permítete sentirlo. Sentirlo no te hace peor madre o peor padre. Te hace humano. Lo importante es no quedarse atrapado ahí, sino atravesar esas emociones y, si hace falta, pedir ayuda.
Aceptar no es resignarse. No es rendirse. Es mirar la realidad tal y como es para poder empezar a actuar desde ahí.
Aceptar significa dejar de comparar a tu hijo con el hijo del vecino, dejar de forzarlo a entrar en moldes que no son los suyos, dejar de etiquetar.
Aceptar significa mirar más allá del diagnóstico y ver a la persona, con todo lo que es y todo lo que puede llegar a ser.
El trabajo con el autismo no es solo terapéutico en el sentido clínico. Es, sobre todo, un trabajo emocional.
A veces lo más importante no son los grandes planes, sino los pequeños gestos:
Y, sobre todo, ser refugio. Ser el lugar seguro donde tu hijo sepa que, pase lo que pase, siempre será amado.
Afrontar el autismo no es una carga. Es una oportunidad. Es un camino distinto que te invita a mirar la vida con otra sensibilidad.
No te voy a engañar: habrá días duros, días en los que te sientas desbordado. Pero también habrá momentos de ternura infinita, aprendizajes inesperados, una profundidad en el amor que nunca antes habías conocido.
Y ahí está la clave: no existe un manual perfecto, pero sí una brújula. Y esa brújula se llama amor.
Con él, todo es posible. Paso a paso. Con paciencia. Con ternura. Con respeto absoluto por lo maravilloso que significa ser diferente.
“El autismo no limita el amor, lo multiplica. Porque cuando aprendes a mirar con el corazón, descubres que lo diferente también es precioso.”