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Nuestra fragilidad

Todos tenemos esa parte nuestra frágil, necesitada de amor, comprensión, atención, cariño, mimos.
Con frecuencia nos olvidamos de ella, incluso nos podemos sentir mal cuando intenta salir por algún lado, expresarse de alguna manera.
Hay un ejercicio que hago con mis pacientes que tiene unos efectos maravillosos. Les pido que se pongan una sortija. No importa el material ni la forma. Esa sortija va a representar su parte más frágil, esa necesitada de amor y atención.
Cada vez que perciban esa parte de ellas, o la recuerden por algún motivo, tienen que acariciar la sortija. Pueden hacerlo con los dedos de la misma mano donde la llevan puesta.
Ese sencillo gesto, esta bonita metáfora, es un verdadero bálsamo de amor.
Pruébalo!!!.

Y ya sabes…. el primer trozo de tarta, siempre para ti.??
Besos ?

Marisa Navarro

    

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