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Tengo que confesar que me apasiona el mundo femenino, me encanta ser mujer, tratar con
mujeres, y todo lo que significa y rodea el serlo, ¡¡¡qué bien ser chica!!!
Siempre he sido de tener amigas, lo recuerdo desde mi más tierna infancia, mis amigas eran
lo más, y lo siguen siendo. Me proporcionan tantas satisfacciones que son una parte muy
importante de mi vida.
Siempre que me es posible comparto con mujeres y me gusta rodearme de ellas.
Y nunca he entendido esa enorme tendencia que tenemos a competir entre nosotras.
Me resulta tan desagradable cuando llego a algún lugar y noto esa mirada competitiva de
otra mujer.
Las mujeres nos comportamos en muchas ocasiones como si nos fueran a quitar algo. Cómo
si la de al lado se fuera a comer nuestra ración de alimento, y ya no hubiera más. Y cuando
hay hombres delante todo esto se acentúa, como si el alimento fuera el sexo masculino.
Y saben qué pienso, que estas creencias han sido generadas por el sexo contrario para que no
nos unamos, porque te imaginas la fuerza de la unión de las mujeres? Ufff, ¡sería algo
impresionante!
Siempre he escrito para los dos géneros, y así mis cuatro libros han ido dirigidos tanto a
mujeres como a hombres. Pero en estos últimos cinco años y por las experiencias que he
vivido, me he ido abriendo más si cabe al mundo de la mujer, y así me decidí a transformar
mi página de Instagram en un perfil de moda y psicoterapia positiva, creo que con el firme
propósito de atraer la atención femenina. Quería tratar con mujeres, ayudar a mujeres e
inspirar a mujeres.
Llevo con consulta abierta más de 30 años, he visto a muchos pacientes, más de cuatro mil,
hombres y mujeres, pero más del 75 por ciento de mis pacientes son mujeres. ¿Tienes idea de
la cantidad de corazones abiertos femeninos que he visto?
Y si, os puedo decir que hombres y mujeres no somos emocionalmente iguales. Para nada.
Sé que decir esto en estos tiempos de feminismo acérrimo puede sonar mal, pero creo que
tengo un poquito de experiencia como para poder decirlo.
Hombres y mujeres no somos iguales, no pensamos igual, no sentimos igual y no actuamos
igual.
Y esto va más allá de las connotaciones culturales, que las hay y mucho.
Genéticamente no somos iguales para empezar, pero tampoco físicamente y nuestras
estructuras neuronales también se diferencian, nosotras tenemos en general el núcleo de la
empatía mucho más desarrollado neuronalmente hablando, por poner un ejemplo. Y eso es
así.
Por supuesto que soy feminista, claro que si, igualdad de oportunidades, cero brecha salarial,
hombres y mujeres en el mismo puesto tienen que cobrar lo mismo, es que no puedo pensar
que eso no sea así. Ayudas a la familia, a la conciliación familiar, etc. ¿pero existe una mujer
en este mundo que no esté de acuerdo con todo eso?
Lo que es muy claro para mí, es que el hombre y la mujer andamos diferentes caminos. Si,
diferentes caminos. Porque son nuestros pensamientos, sentimientos y acciones los que
marcan nuestro camino en la vida, y si estos son diferentes, lógicamente nuestros caminos son
diferentes.
Eso no quiere decir que no lleguemos a las mismas metas, por supuesto que si,
pero por caminos distintos.
Las mujeres no tenemos que competir con los hombres, tenemos que aprender de ellos, y de
otras mujeres. El concepto de aprendizaje tiene que estar presente en nuestras vidas, muy
presente. De todo y de todos tenemos que aprender.
Pero desde luego las mujeres no tenemos que competir entre nosotras, todo lo contrario
tenemos que unirnos para formar un bien común femenino. Apreciar y aprender de la
sabiduría, la belleza, la creatividad, las capacidades y la fortaleza de las mujeres que nos
rodean, es de las elecciones más poderosas que podemos hacer. Ahora que se habla tanto del
empoderamiento de la mujer, te digo que este es el camino.
Te aseguro que en ningún lugar te vas a encontrar más comprendida, apoyada, reconocida y
sostenida como entre los brazos de tus amigas. Y las que tenemos buenas amigas sabemos que
esto es así.
Tener una actitud de amor hacia las mujeres que nos rodean, a aquellas con las que nos
encontramos en la vida, hace que fluya nuestra feminidad, ese lazo que nos une a todas, y que
ningunas creencias pueden cortar, porque siempre permanece indemne y hermoso dentro de
cada una de nosotras.
Si, soy femenina y feminista.
¿Y tú?