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De la misma manera que vamos a un especialista cuando notamos que en nuestro cuerpo algo no está funcionando como tiene que hacerlo, la salud mental y emocional también tiene que ser atendida cuando consideramos que algo no está funcionando correctamente. Pero, ocurre que muchas personas sufren señales que indican el inicio de problemas psicológicos, sin pedir, ni querer recibir ayuda. Incluso diferentes estudios alertan de que la distimia es el tercer tipo de trastorno mental más frecuente.
La distimia es una depresión más leve que se puede dar de forma continua y persistente. Y aunque los síntomas son menos severos que en la depresión, tiende a cronificarse.
Este trastorno depresivo persistente comparte los síntomas con la depresión, pero de manera menos grave. Su nombre deriva de dos palabras griegas —dys (anomalía) y thymós (humor, carácter, espíritu).
Actualmente se considera que la distimia podría afectar en torno a un 5-6% de la población siendo ligeramente más habitual en mujeres jóvenes. Su cronicidad y el hecho de que sus síntomas se superpongan a los de otros trastornos mentales provocan dificultades en su diagnóstico considerándose que alrededor de un 50% de las personas que sufren distimia no serán adecuadamente diagnosticadas ni tratadas.
Las causas son variadas, biológicas, psicológicas y sociales. También se considera una posible causa genética, así las personas con vulnerabilidad genética a la depresión tendrían más posibilidades de desarrollar una enfermedad crónica distímica.
También es muy frecuente en niños y adolescentes, debemos estar muy atentos a los posibles síntomas que podamos captar o simplemente a cualquier cambio en el comportamiento que nos pueda llamar la atención.
Estos serían los más habituales:
Si bien estos síntomas son de menor intensidad que en la depresión, pueden cronificarse y crear mucho sufrimiento en la persona.
Lo que nunca debes de hacer es automedicarte, tomar algo que le recetaron a otras personas puede poner tu salud en peligro. En los últimos años el consumo de fármacos para tratar problemas mentales y psicológicos se ha duplicado.
Estudios apuntan a que al menos una de cada diez personas los toman habitualmente y España era ya líder en Europa en el uso de psicofarmacos antes de la pandemia.
Pero esto ha sufrido un incremento alarmante desde la presencia del COVID-19, y ahora agravado con la guerra de Ucrania.
Tranquilizantes, relajantes, antidepresivos o pastillas para dormir son el pan nuestro de cada día para muchas personas.
Pero estemos muy atentos también a los posibles síntomas físicos que pueden ser causados por un trastorno distímico y tristeza.
La diferencia entre la distimia y la depresión mayor es la gravedad de los síntomas. Pero en ningún caso puede dejarse de dar importancia a un trastorno depresivo distímico por el mismo y porque puede llevarnos a una depresión mayor.
Si quitamos importancia a una distimia por tener síntomas menos importantes que una depresión, podremos empeorar y lo que cogido con tiempo no llegaría a más, podría convertirse en una depresión grave con la que sí podríamos tener problemas más graves e importantes.
En los casos más graves de distimia la persona tendrá que buscar un profesional que pueda recetar algún fármaco antidepresivo que le pueda ayudar para que no derive en una depresión. La ayuda y el apoyo psicológico es también muy importante para aprender a ver la vida de otra manera e impedir que se vuelva a caer en una distimia.
Cualquiera de mis tres libros pueden ayudarte a salir de la situación en la que te encuentras, sencillos, positivos y muy prácticos, justo lo que necesitas para poder superar el trastorno depresivo distímico.
“La medicina emocional” con el que aprenderás a manejar tus sentimientos para mejorar tu salud. “El efecto tarta” con el que aprenderás a quererte y cuidarte más.
Y el último “Las ruedas dentadas, pequeños cambios para grandes cambios”, con el que aprenderás de forma fácil, atractiva y satisfactoria a cambiar todo aquello que quieras cambiar en tu vida.