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Antes de ponernos a identificar nuestras emociones tendríamos que saber la diferencia entre emociones y sentimientos, es muy importante que las conozcamos.
Emoción y sentimiento son dos palabras que se usan de forma indistinta para referirse a lo mismo, y así una persona podría decir que tiene un sentimiento de tristeza y también referirse a la tristeza como una emoción, y ademas, son palabras que pueden complementarse en una frase como por ejemplo “son emocionantes los sentimientos que me produjo verte”.
Lo habitual es que utilicemos las dos acepciones indistintamente y nos entendamos perfectamente, y sin embargo ambos conceptos son distintos, voy a explicarlo con el objetivo de que puedas aprender a manejarlos para mejorar tu vida en todos los sentidos.
Las emociones son una alteración del ánimo, provocadas por la adaptación del individuo a estímulos, internos o externos, causados por personas, lugares, cosas, situaciones o sensaciones, y su intensidad es variable, y nos pueden producir placer o no y pueden ir acompañadas de manifestaciones físicas y psíquicas.
Las emociones organizan rápidamente dentro de nosotros las respuestas de distintos sistemas biológicos, con el fin de establecer un medio lo más eficaz posible ante un determinado estímulo, y son capaces de modificar las expresiones faciales, la actividad muscular, la voz y todos los sentidos, según lo que necesitemos para reaccionar ante lo que está ocurriendo.
Digamos que establecen nuestra posición respecto a nuestro entorno, porque provocan en nosotros una respuesta de acercamiento o alejamiento, y de afinidad o rechazo al elemento que la ha producido, y en consecuencia, generan pensamientos respecto de ese estímulo, que después son los que van a crear en mí sentimientos, que pueden ser acordes a la emoción inicial o diferentes, y es que a una emoción pueden seguirle pensamientos muy dispares y, en consecuencia, sentimientos muy distintos.
Imaginemos un turista que nunca ha visto un toro de lidia, y que sin darse cuenta, en su visita a España, se ha metido en un prado en Badajoz, y que al mirar hacia atrás, observa tres enormes animales con cuernos que le miran fijamente, indudablemente no va a esperar ni un segundo para echar a correr, porque la emoción “miedo” que es una emoción básica, ya se ha encargado de segregar las suficientes adrenalina , cortisol y otras sustancias en su cuerpo, que le van hacer correr, como quizá antes nunca lo había hecho, e incluso saltar una valla de dos metros, pues su emoción le ha hecho reaccionar y actuar para sobrevivir.
Esto es una emoción, y como vemos en un primer momento no parece haber pensamientos previos, sino que es una reacción inconsciente y muy rápida.
Este turista corre a toda velocidad por el prado y entonces empieza a pensar que esos animales no tenían cara de buenos amigos, y que espera que corran menos que él y que no salten vallas, y que se ven muy agresivos, y que se encuentra en una verdadera situación de peligro.
Y estos pensamientos están creando en este turista un sentimiento de miedo, de forma que su emoción inicial de miedo, se ha convertido en un sentimiento de miedo que se mantendrá en él durante el tiempo que se mantengan los pensamientos que lo están produciendo.
El miedo es pues una emoción básica, que son las que vienen marcadas genéticamente y tienen que ver con nuestra supervivencia, y todos las notamos, y es nuestro cuerpo el que se encarga, por medio de neurotransmisores y hormonas de hacernos saber que esa situación, por ejemplo, es muy peligrosa y que tenemos que salir corriendo, aunque nunca antes la hayamos vivido, y es que solo las emociones básicas pueden desarrollarse sin pensamientos previos, pues son instintivas, y algunas de ellas incluso las tienen los animales.
La emoción es primitiva e inconsciente y tiene como cometido el protegernos, e incluso las negativas lo hacen, pues intentan, como vimos en el caso de este turista, alejarnos de algo que nuestro ser considera perjudicial para nosotros, pues su función es la de nuestra supervivencia.
Así, notamos en nosotros esas emociones primarias o básicas y es entonces cuando aparecen los pensamientos que van a crear los sentimientos, siendo aquí donde se sitúa la pregunta que siempre hago a mis pacientes:
Y muchos creen que es el sentimiento, pero no es así, pues primero es el pensamiento y después el sentimiento.
No podríamos tener un sentimiento de envidia, sin previamente tener un pensamiento de envidia, pues es imposible, pero ahora piensa en algo que de verdad te produzca envidia, y verás como notas el sentimiento de envidia, y del mismo modo, no podríamos tener un sentimiento de celos, sin previamente tener un pensamiento de celos, aunque tanto el sentimiento de celos, como el de envidia, podrían haber sido precedidos inicialmente por emociones básicas como el miedo, la tristeza o la rabia.
Lo que es impresionante es como los sentimientos pueden alcanzar mucha mayor intensidad que las emociones, porque los estamos alimentando con los pensamientos, y estarán ahí, incluso creciendo y potenciándose, mientras mantengamos los pensamientos que los están generando.
Como vemos a las emociones nosotros les añadimos la interpretación mediante nuestros pensamientos, y es entonces cuando se genera el sentimiento, lo que significa que estos pueden ser muy diferentes dependiendo de las interpretaciones que hagamos, y por ello una respuesta emocional básica, puede desencadenar muchos sentimientos diferentes, según los pensamientos que creemos.
Ana está en la cama y sola en casa. Cuando escucha un fuerte ruido de cristales, se sobresalta y le invade una emoción instantánea de miedo. Nota como se acelera su pulso, su vello se eriza y algunos de sus sentidos se estimulan enormemente, y así ve más en la oscuridad, escucha con más agudeza, se queda paralizada o sufre el impulso de salir corriendo. Esto es una emoción, la del miedo y algunas de las respuestas que puede provocar.
A continuación, Ana empieza a pensar que alguien ha roto un cristal y ha entrado en su casa y no con buenas intenciones. Es entonces cuando la invade un sentimiento de miedo y comienza a pensar en esconderse, o correr hacia la puerta, y estos pensamientos la pueden tener paralizada y aterrada, y en este estado podría continuar mientras mantenga esos pensamientos en su mente.
Esto sería una emoción de miedo seguida de un sentimiento de miedo.
Pero veamos qué habría pasado si hubiera pensado de otra forma al oír el fuerte ruido, pues en este caso Ana tendría igual la emoción del miedo, por el sobresalto que provoca el ruido de los cristales rotos, pero esa emoción y las manifestaciones que esta causa, son instantáneas y cortas, porque las emociones si no se potencian, se limitan en el tiempo, y esta vez, Ana empieza a pensar, de forma diferente, que se ha debido caer algo en la cocina, y se imagina que es la estantería de cristal para los vasos que pego con silicona, en su afán de hacer bricolaje, para lo que nunca fue muy hábil, y le invade un sentimiento entonces de frustración y se levanta dirigiéndose hacia la cocina, sin evitar sonreír, pensando que no se ha quedado sin vasos, porque antes de acostarse los fregó todos y estaban secándose en el escurridor, y le inunda un sentimiento de ternura hacia ella e incluso de orgullo por intentar, como siempre hace, ser una persona independiente, que se vale por sí misma, aunque eso suponga este pequeño estropicio.
Ana ha notado una primera emoción básica como el miedo ante un estímulo, el fuerte ruido, y a partir de ahí, los sentimientos han sido muy diferentes, dependiendo de los pensamientos que ella ha creado, pero también nuestras acciones lo van a ser, pues si bien venimos de serie con unas reacciones automáticas de protección y supervivencia, son nuestras experiencias, vivencias y las interpretaciones que hacemos de ellas, las que van creando una mochila de pensamientos que después producirán los sentimientos, y es que nuestros sentimientos son aprendidos, igual que los pensamientos.
Por este motivo los sentimientos, a diferencia de las emociones, no tienen porque ser precedidos de un acontecimiento, externo o interno, pues un pensamiento o un recuerdo, pueden producirlos, y a veces estos pensamientos y estos recuerdos pasan por nuestra mente de forma tan rápida, que casi no los percibimos, pero producen sentimientos, y estos si los notamos.
La gran noticia es que lo que llevas en esa mochila de pensamientos y sentimientos, se puede cambiar, pues no es posible olvidar lo aprendido, pero sí podemos aprender cosas nuevas e introducirlas en esa mochila, para echar mano de ellas y usarlas cuando las necesitemos, y podemos llenarla de pensamientos positivos, que creen sentimientos y acciones provechosas para nosotros, y ese tiene que ser nuestro objetivo en la vida, es decir, llenar nuestra mochila de pensamientos y sentimientos que nos convengan, porque además estos no pesan, y es que no tenemos poder sobre nuestras emociones, pero si sobre nuestros pensamientos y en consecuencia sobre nuestros sentimientos.
Raúl acaba de recibir la noticia de que ha sido despedido de su trabajo, e inicialmente nota un escalofrío por todo el cuerpo, y una emoción primaria o varias le invaden, como miedo, rabia, o tristeza , con sus correspondientes manifestaciones físicas, y enseguida empieza a pensar :
– ¿Qué voy a hacer ahora?, ¿encontraré otro trabajo?, ¿qué va a ser de mi?, soy un fracasado, ¿por qué me ha tenido que tocar a mi?… y cosas similares.
Raúl empieza a tener sentimientos de miedo, frustración, rabia, tristeza, desesperanza y muchos otros muy negativos, que permanecerán en él mientras siga pensando de esta manera, pero como es un hombre que ha aprendido a hacer lo que le conviene y lo que tiene que hacer y sabe lo negativo que es continuar con esos pensamientos, decide cambiarlos, y aunque le cuesta, empieza a pensar, que quizá este cambio sea una oportunidad en su vida, o que podría montar ese pequeño negocio que siempre quiso hacer, y que siempre ha superado los contratiempos y esta vez también lo va a conseguir y otros pensamientos similares, con lo que en Raúl empieza a generarse sentimientos diferentes, como esperanza, fe, valentía, fuerza o serenidad , que van a hacer que se encuentre mejor, y que además le van a dirigir a realizar acciones mucho más beneficiosas.
Por tanto, ante cualquier situación puede surgir una emoción inicial sobre la que poco puedo hacer, pero a continuación nuestra mente entra en juego, y a partir de ahí, yo puedo hacer muchas cosas, pues puedo crear pensamientos negativos que produzcan sentimientos negativos, o puedo crear pensamientos positivos que creen sentimientos positivos.
Esto no es fácil que sea tan inmediato, y lo normal es que después de una emoción básica negativa, surjan pensamientos negativos y como resultado sentimientos negativos, pero aunque ocurra esto en un primer momento, tienes que ser capaz de elegir transformarlos en cuanto tomes conciencia de ellos.
Cuando sientas un sentimiento, busca el pensamiento que lo ha creado, porque haberlo lo hay, y a partir de ahí, a partir de qué lo identifiques, puedes seguir con él, o puedes cambiarlo, de ello dependerán tus sentimientos y tus acciones.
Es muy importante que identifiques bien los sentimientos que estás sintiendo, a veces creemos que sentimos rabia y lo que estamos sintiendo son celos o miedo, etc.. No nos confundamos, solo identificando los pensamientos que los están provocando podremos saber qué estoy sintiendo realmente y podré por tanto poner remedio a seguir sintiendo lo que siento si es que deseo hacerlo. ¿Cómo? cambiando los pensamientos que los están produciendo.
En mis tres libros, “La Medicina Emocional”, “El efecto tarta “ y “Las Ruedas Dentadas. Pequeños cambios para grandes cambios “, tengo como objetivo ayudarte a crear pensamientos y como resultado sentimientos que te ayuden a sentirte bien y te dirijan a realizar acciones beneficiosas para ti.
Dra. Marisa Navarro